El Canto de la Misa

El repertorio sacro suele ser el más habitual en los coros mixtos por varias razones: existe una ingente cantidad de obras, que abarcan todos los periodos musicales y por tanto, multitud de estilos diferentes. Dentro del rito cristiano la celebración de la Misa ha sido el centro y base de su culto. Desde que se empezó a usar la música como parte del rito religioso los compositores han intentando que la música sirviera para trascender en la relación entre el ser humano y la divinidad durante la Eucaristía.

Musicalmente, podemos decir que la Misa es la forma más extensa de composición polifónica. Es una forma compuesta por diferentes partes, independientes entre sí, que tienen lugar en distintos momentos del acto litúrgico.

Desde la Edad Media los compositores comienzan a escribir polifonía para las Misas, pero solían hacerlo únicamente para alguna de estas partes. No es hasta el s. XIV que encontramos una Misa polifónica completa: la Missa de Notre Dame, del compositor francés Guillaume de Machaut.

Las partes de la Misa, comúnmente llamado Ordinario de la Misa, son las siguientes:

Kyrie
Gloria
Credo
Sanctus
Benedictus

Agnus Dei

En sus inicios se plantea que la Misa debe reunir una serie de requisitos de composición: primero, toda la Misa debe estar en el mismo tono o modo; en segundo lugar, debe estar compuesta para el mismo número de voces y además que, si está basada en un tema o idea musical determinado, éste circule por todas las partes, creando una sensación de unidad de todo el conjunto.

Por ejemplo, la «Missa Nunca fue pena mayor» de Francisco de Peñalosa está basada en el villancico homónimo del Cancionero de Palacio. O la Missa de la batalla Escoutez, de F. Guerrero se basa en un madrigal homónimo, de Cl. Janequin.

Melodía original: nunca fue pena mayor
Missa «Nunca fue pena major», de Peñalosa


Otro ejemplo de imitación que ha sido abundamente «copiado» ha sido la canción popular L’homme armé. Esta canción popular francesa del Renacimiento ha sido frecuentemente utilizada por los compositores de la época en sus misas, hasta el punto de tener alrededor de 40 versiones distintas.

Aquí debajo podéis ver la canción original. Y a la derecha la Missa de Guillaume Dufay inspirada en esa misma melodía. Se puede apreciar claramente en la voz del tenor.

Melodía original
Missa de G. Dufay sobre el tema de L’homme armé

Otros dos ejemplos los encontramos en la Missa l’homme armé de Palestrina, donde desde las primeras notas ya se escucha el motivo principal de la melodía popular. Y un ejemplo más contemporáneo, del S. XX, en el que el compositor Karl Jenkins vuelve a utilizar la misma melodía tras una introducción de tambor.

Missa de G.P. Palestrina sobre el tema de L’homme armé
Missa de Karl Jenkins «The armed man»

Para quien quiera saber más, en este enlace os dejo un listado de todas las Misas compuestas sobre este tema popular.


Pero no todo era copiar o inspirarse en temas ya dados como el cantus firmus del Gregoriano. También encontramos composiciones en las que no existe ese tema previo concreto que sirve de hilo conductor a toda la Misa, por lo que el compositor dispone de absoluta libertad para crear obras de gran belleza. A este tipo de composiciones se les llama Misas sine nomine (Misas sin nombre) o Misa (primi, secundi, etc) toni, como la Missa quiarti toni de Tomás Luis de Victoria:

Kyrie de la «Misa quarti toni», de Tomás Luis de Victoria

Por último, es importante destacar que durante el Renacimiento y el Barroco las diversas partes de la Misa se consideran motetes en sí mismos, más o menos largos. Lo importante en ellos es que están construidos según las frases del texto, aplicando a cada una de estas frases un tema musical diferente.

En los siguientes artículos iré desgranando cada una de las seis partes de la Misa. Comenzaremos con el primero de todos: el Kyrie.


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