Roberto Pujol Sáez

Roberto sentía vocación clara por la docencia desde el instituto. Sin embargo la pasión por la música vino más tarde. La pedagogía tradicional de Conservatorio no encajaba con su forma de entender la música, hasta el punto de afirmar que jamás se iba a dedicar a ella. Pero gracias a las nuevas corrientes pedagógicas que descubrió en la universidad, como la pedagogía musical activa de Carl Orff, vio que había otras formas de trabajar con la música. Así nació este maestro único en nuestra Región.

Roberto me recibe en su acogedora casa. Mientras charlamos durante la entrevista aquí y allá puedes ver cualquier cosa que recuerda su pasión por la música: murales, dibujos enmarcados, cojines con pentagramas, cuadros, cds de música, libros, instrumentos

¿Cómo llegaste al CEIP Santa María de Gracia?

Pues fíjate, empecé en colegios pequeños en Librilla, Cieza y El Algar. Después estuve nueve años en El Palmar hasta que pude pedir mi colegio actual, el CEIP Santa María de Gracia. Aquí fue donde hice las prácticas de magisterio y desde siempre le guardaba mucho cariño a este colegio. Ahora llevo aquí trabajando 15 años, tengo 18 grupos de Educación Primaria, lo que supone aproximadamente unos 470 alumnos.

¿Cómo es tu rutina musical en el aula?

La mayor parte de las actividades están relacionadas con el canto. Yo canto mucho en mi día a día en las clases: pongo muchos ejemplos cantados, para escenificar una danza la hago cantando… Para mí es un recurso fundamental. Pero además de eso en todos los colegios en los que he estado siempre me ha gustado dirigir un coro escolar. Por mi forma de trabajar no me gusta dejarme niños fuera del coro, así que hago dos: uno grande, donde no hago ningún tipo de selección, y uno más pequeño, con niños ya seleccionados, al que yo llamo “coro de cámara”.

¿Por qué decides crear un coro escolar?

El desencadenante para querer formar un coro en un colegio fue sobre todo pertenecer a la Coral Kodály durante 13 años. Como cantante me ayudó mucho a entrar en el mundo de la dirección con niños. Pero claro, lo que yo hacía en mis primeros colegios no tiene nada que ver con lo que hago ahora. Con los años he hecho muchos cursos de formación, he ido ampliando el repertorio y variando mis gustos. Pero no puedo negar que mi pertenencia a un coro durante tantos años fue fundamental.

¿Y cómo resulta esta experiencia de coro infantil?

Mi filosofía es que nadie termina sexto curso sin pertenecer al coro del colegio. Esto hace que por el coro hayan pasado ya cerca de 1600 niños. No es obligatorio, claro, pero me voy fijando en algunos niños en los recreos y les voy preguntando si quieren cantar. Con los que me dicen que sí hago un sorteo. Pero tengo el compromiso personal de que los que no entran por sorteo al año siguiente sí entran al coro.


¿Cómo organizas los coros a nivel musical?

En general, a mí siempre me ha gustado trabajar con grupos grandes de niños. Y precisamente por eso no me planteo unos objetivos muy complicados con ellos, a nivel de polifonía, me refiero. Normalmente trabajo a una voz, con divisi en algunos momentos, y dos voces en algunas canciones, sobre todo con el coro de cámara.

¿Trabajas el mismo registro en los dos coros?

No, qué va. Normalmente para el coro grande suelo elegir un repertorio que no pase de un Do4-Re4. Con el de cámara llegan hasta un Fa4 o Sol4. Tengo el «truco» de usar la nota más aguda de las canciones del repertorio de cámara para acotar quién está en este coro y quién en el coro grande. Me sirve para seleccionar. Con el grupo de cámara siempre abordo obras más complicadas.

¿Cómo es la rutina de ensayos con los coros?

Cada coro tiene su propio día de ensayo. Los niños ya saben qué día les toca ensayar, y por tanto saben que ese día se tienen que quedar en el colegio de dos a tres. Y también saben que si están en el coro de cámara también les toca ensayar con el coro grande, por lo que tienen dos ensayos a la semana. En el de cámara la forma de trabajar es mucho más rápida. Los niños aprenden las obras rápido, por lo que muchas veces me sirven de ejemplo para el coro grande. A veces una obra la canta el coro grande, pero algunos compases que son más agudos los canta sólo el coro de cámara. Luego en los conciertos mezclo todo tipo de obras.

¿Estás involucrado en algún otro proyecto musical?

Mis dos grandes proyectos aparte de la rutina escolar son las aulas hospitalarias y los encuentros de danzas. En el año 1994, creo que fue, descubrí por casualidad las aulas hospitalarias. Me propusieron ir al Hospital de la Arrixaca a dar alguna clase experimental de música a los niños que estaban ingresados. Y la experiencia fue tan buena que decidimos entregar un proyecto a la Consejería de Educación para llevar la música al hospital: “Música los viernes”. El proyecto tuvo tanto éxito que lo ampliamos para que pudieran participar 14 maestros más.

Y ha ido creciendo hasta la actualidad, supongo.

Por suerte ahora hay muchos maestros, directores e inspectores educativos involucrados en él. Hemos llegado a estar más de 80 personas llevando la música a los niños hospitalizados… Pero nos dimos cuenta que sólo llegábamos a los niños que podían ir al aula hospitalaria, y no estábamos viendo a los niños de oncología. Así que ampliamos el proyecto con otro nuevo: “Una orquesta en la maleta”, que hace que hoy en día cualquier viernes en La Arrixaca haya cuatro maestros de música: dos en aula hospitalaria y otros dos en oncología infantil. A los niños les encanta y entre los maestros cada vez hay más demanda para participar.

Roberto en el Aula Hospitalaria

¿Cómo trabajáis con estos niños?

El principal objetivo de este proyecto, sustentado a través de la Consejería de Educación, es mitigar la ansiedad que se produce en un niño hospitalizado. Todas las sesiones tienen inicio y fin en el mismo día, con actividades de todo tipo para que los niños aprendan pero sobre todo que se diviertan y olviden ese rato dónde están: hacemos actividades de canto, con instrumentos, musicogramas con muchas formas y colores, danza y movimiento… Además disponemos de instrumentos y hay mucho material en el propio hospital.

¿Y el otro proyecto?

Los encuentros Regionales de Danzas del Mundo. Se le considera la actividad más importante a nivel nacional de movimiento y danza para escolares. Cuando se planteó la actividad en Madrid, en el Ministerio de Educación, nos dijeron que era una actividad única en su género, tanto por la implicación del profesorado en el curso de formación de las danzas como por la actividad final de exhibición donde se realizan danzas de muchas nacionalidades con más de 4000 niños. Es una actividad única.


¿Recuerdas alguna actuación memorable o que recuerdes con cariño?

Además de las aulas hospitalarias y los Encuentros de Danzas recuerdo con mucha emoción los dos grandes proyectos corales que hice en el Colegio de El Palmar. El primero, “El pequeño elefante”, es una opereta infantil que llevaba 130 niños en escena y lo representamos en el Casino de El Palmar; el segundo fue el musical infantil “moving on”, con 160 niños en escena. Fueron unos proyectos muy ambiciosos, con unos decorados tremendos, una parte teatralizada muy compleja… ¡hasta teníamos bailarinas de una academia de danza! Se juntaron un cúmulo de factores que hicieron posible poder realizar esos dos musicales, y que no sé si volveré a poder hacerlo.

Me dejaron huella por lo que me supuso a nivel laboral, que fue muchísimo trabajo, y por los recuerdos que me traen. Los dos musicales hicieron que nos uniéramos todo el profesorado del colegio, porque teníamos que implicarnos toda la comunidad educativa para que saliera adelante. Por ejemplo, las caretas que se usaban en el musical las hizo una persona del colegio, se organizaban talleres permanentes que duraban todo el año para preparar decorados, vestuario…. ¡Una locura!

Volviendo a la actualidad, ¿cómo estás compaginando la educación musical con la situación actual que estamos viviendo?

Pues fatal, la verdad. Lo que peor llevo es haber perdido mi sitio habitual de trabajo: el aula de música. Sobre todo por los niños. A ellos les gustaba mucho entrar, porque significaba convertirse en músicos durante ese rato. Ahora soy yo el que va de aula en aula, y aunque siguen disfrutando de la actividad se nota que han perdido un poco esa ilusión. Además no puedo hacer ninguna actividad que implique juntar a niños de diferentes clases. Es muy complejo, porque tengo niños que por los nuevos horarios no tienen música presencial en todo el curso. Así que para que no sea todo virtual en mis horarios de tutoría voy por el colegio haciendo mini-sesiones de 10 minutos con todos esos niños.

Además he tenido que cambiar el tipo de actividades que puedo hacer: por ejemplo, he incorporado a la rutina unos palillos chinos que me sirven para que los niños sigan el pulso en una audición o para repetir unos ritmos. También hacemos actividades de percusión corporal, y «cantamos» canciones signadas, porque el colegio tiene muchos niños de integración preferente con discapacidad auditiva.

Entrevistando a Roberto en su casa

¿Los niños saben Lengua de Signos?

¡Te sorprendería el nivel que tienen algunos niños! A veces las canciones desde el principio las vemos en lengua de signos, y a los niños les encanta, como la canción del otoño de Andrés Meseguer. Me consta que hay otros colegios, que no tienen niños sordos, que están haciendo estas canciones en Lengua de Signos, y está gustando muchísimo. En cierto modo está sirviendo de inspiración para “cantar sin cantar” en muchos centros escolares donde ni siquiera se planteaban usar la Lengua de Signos como recurso.

También es verdad que me está ayudando mucho un proyecto que partió de la Consejería de Educación, “Música al rescate”, para proponer actividades musicales a todos esos niños que están faltando al colegio por la pandemia. A mí me sirve para hacer esas actividades con todos los niños, tanto los virtuales como los que asisten al cole.

¿Qué crees que deberíamos mejorar en cuanto a cultura musical en nuestra Región?

Por un lado, aumentar el número de horas de música en el colegio. De hecho estamos trabajando para que en el nuevo curriculum de Primaria haya una segunda sesión de música a partir de 4º curso. Está claro que aumentaría mucho la calidad y el nivel de música en los niños. Pero sinceramente creo que la música debería estar implantada desde Educación Infantil, lo que implicaría más profesorado de música, evidentemente. 

Por otro lado, creo que los colegios trabajan demasiado individualmente la materia de música. En mi Centro la materia está muy bien vista, tanto por mis compañeros como por los niños. Pero faltan actividades de barrio, que pudiéramos hacer con los colegios cercanos, con asociaciones, colectivos, escuelas de música, de danza… que haya más música por las calles del barrio.

Vamos ahora con una serie de preguntas rápidas:

  • Un compositor: Brahms
  • Una época: el Romanticismo
  • Una canción clásica? Carmina Burana
  • Una canción actual: Viva la vida, de Coldplay
  • Un grupo o cantante actual: Soledad Jiménez.
  • Un instrumento: la flauta travesera.
  • Alguna manía musical: en los bancos, los xilófonos y los metalófonos tienen que estar totalmente rectos, no pueden estar torcidos.
  • La peor canción/album del mundo para ti es… Pues Estopa, en general, nunca me ha gustado.

¿Qué música escuchas fuera del ámbito laboral, como al llegar a casa?

Si te soy sincero no escucho mucha música, la verdad, salvo la que uso para trabajar. Por ejemplo cuando voy conduciendo voy en silencio. En casa pues depende del momento. Ahora en Navidad sí me gusta escuchar El Mesías, o escucho mucha música hindú por la conexión que tengo con la música bhangra… pero no soy de los que están escuchando música todo el día.

¿Cómo te ves dentro de 10 años?

Pues espero que felizmente jubilado. Ha cambiado mucho mi forma de ver el tiempo libre, porque antes vivía más estresado, más pendiente del trabajo. Ahora lo afronto de forma diferente, más relajado. Así que supongo que lo dedicaré a aquellas cosas cotidianas que me hacen feliz.