Agustín Sánchez López

Agustín creció rodeado de música: su abuelo era violinista en la Orquesta Sinfónica de Murcia en los años 30. Su padre tocaba la flauta de pico. Con los instrumentos musicales que había en casa reproducían las canciones que oían por la radio. Este ambiente familiar tan profundamente musical, rodeado de discos de Mozart, Beethoven, Tchaikovsky… fueron clave en la educación musical de Agustín. Y la cercanía con el Conservatorio de Música -por aquel entonces en el Teatro Romea- ayudó mucho en la formación de este gran profesional de la guitarra y el canto coral

Nuestra entrevista transcurre en las cercanías del Teatro Romea, un espacio familiar para él. Mientras hablamos Agustín no sólo transmite un conocimiento musical digno de admiración. También contagia su fuerte convicción y defensa de la música coral.

Para quien no te conozca, ¿cuál es tu relación actual con la música?

Pues trabajo en el Conservatorio Profesional de Música de Murcia desde el año 1992 como profesor de guitarra. Y lo compagino desde hace 7 años con la Universidad, donde trabajo en el Departamento de Expresión Musical.

¿Y cómo surgió la dedicación a la música coral?

Pues primero terminé la carrera de Guitarra aquí, en el Teatro Romea, sin tener contacto ninguno con el canto. La música coral no me llamaba la atención, no era muy del gusto ni de mi padre ni de mi abuelo. Pero una de las aficiones de mi padre, en la que destacó bastante, fue la cinematografía. Y claro, para sonorizar las películas usaba sus discos. En una de sus películas usó una versión de la Pasión Según San Mateo, de Bach. Yo conocía a Bach, claro, porque había tocado obras suyas para guitarra, pero ese fue mi primer contacto con el Bach coral, totalmente desconocido para mí. Y creo que ahí fue donde se me despertó la curiosidad.

Mi encuentro de verdad con la música coral creo que fue en el Colegio de los Maristas. Empecé como cantante en el coro Arnold Schönberg, dirigido por Juan Mario Moreno, con el montaje de algunas obras que representábamos a nivel muy amateur en el salón de actos y en algunos locales más. Eso fue aproximadamente sobre los años 1983 ó 1984.

¿Entonces aún no había nacido el Coro Iubilate?

Pues casi éramos la semilla de Iubilate. Ahí fue cuando empecé a componer música litúrgica y de ese grupo de amigos sí que empezó mi idea de juntarnos de forma más seria y hacer algo más. Sobre el año 1992 decidí meterme en uno de los cursos de Dirección Coral organizados por FECOREM para directores noveles. Teníamos cantantes para hacer montajes de obras pero nos faltaba la técnica de dirección y de ensayo para poder funcionar.

Por otra parte empecé a desarrollar mi faceta como bajo solista sobre el año 1995. Hice bastantes oratorios, muchas misas de Mozart, mucho lieder alemán… Recuerdo que hicimos algo muy novedoso en Murcia… bueno, ¡y en España! Montamos junto a la orquesta de jóvenes y dirigidos por Jaime Belda el primer Mesías de Händel en el que todos los solistas éramos voces masculinas. Fue algo inédito e interesante.


El instrumentista que no experimenta el mundo vocal o coral se está perdiendo una parcela importante de la música universal


¿Y fuera de España has cantado también?

Pues en el 96 estuve también en el Wellington College de Oxford, tanto con mi faceta como solista como con la dirección coral. Allí tuve profesores importantes y estuve de invitado para cantar un Mesías y pude dar un concierto de guitarra. Como experiencia fue muy enriquecedora, sobre todo por ver esa «perspectiva británica». Usan mucho la música inglesa, están muy orgullosos de ella. Pero en los talleres de música coral había también mucha música española, sobre todo de Tomás Luis de Victoria.

¿Sigues con esa faceta de cantante solista?

Fuera de alguna colaboración puntual, no. Ahora mismo mi relación con la música cantada se basa en Iubilate y Parrandboleros.

¿Cómo es llevar dos grupos vocales tan diferentes entre sí?

Pues mira, con Parrandboleros, con los que llevo 22 años, es otro estilo de música, totalmente distinto, en cuyos ensayos he podido volcar mucha de la experiencia que he tenido como director de coro. Ahí sí que se ha unido mi vertiente clásica con esa tradición familiar de la música latinoamericana que siempre ha habido en mi casa. He crecido escuchando Los Indios Tabajaras, Maria Dolores Pradera, Jorge Negrete… todo este tipo de música ha sido muy importante en mi familia. Así que cuando entré en Parrandboleros me vi con la suficiente capacidad como para organizar un grupo con talento en este sentido. Y ha sido una experiencia gratísima, no sólo a nivel musical… casi más a nivel humano. Somos un grupo de amigos que cantan, que es lo mismo que pasa con Iubilate. No todo el mundo puede decir lo mismo.


¿Qué significa para ti el Coro Iubilate?

Pues creo que el hecho de dirigir Iubilate simplemente porque me gusta y no porque haya una relación económica hace que disfrute aún más de mi trabajo como director. Ten en cuenta que ya llevamos 37 años juntos. Para mí ha sido una manera de cubrir esas lagunas que como instrumentista no tienes. Porque la verdad es que el instrumentista que pudiendo meterse en el mundo vocal o coral no lo hace se está perdiendo una parcela importante de la música universal.

Gracias a Iubilate descubrí que cantar, que ya lo venía haciendo desde niño, debería ser una obligación para cualquier músico, ya que es un instrumento con el que nacemos. Podrá sonar mejor o peor, pero lo tenemos. Y de alguna manera estamos moralmente obligados a sacarle partido. Algunas veces en el Conservatorio me encuentro con alumnos que ni saben ni quieren cantar, te dicen que son guitarristas, no cantantes. Yo les digo que tienen que ser músico, y comenzar con lo que tienen, que es la voz. Hay músicos que les hablas de conceptos como legato o fraseo y como no lo han experimentado ellos como cantantes no saben llevarlos al instrumento.

Además de eso, debo decir que Iubilate ha aguantado desde el principio mi tarea como compositor coral, porque cantan todo lo que les he propuesto. Recibo de ellos un feedback continuo. Durante todos estos años ellos me han dado a mí infinitamente más de lo que yo puedo haberles ofrecido.

¿Cuándo aparece el Agustín compositor?

Mis pinitos fueron de niño: con 12-13 años ya estaba haciendo canciones para concursos, sobre todo de guitarra, y alguna también vocal. La composición coral apareció cuando cantaba con el Coro Schönberg. Al finalizar el primer curso de dirección, después de escuchar los «Tres Epitafios» de Halffter. Me llamaba mucho la atención que esa obra no necesitara un instrumento para funcionar. Yo no concebía la voz sin instrumento de base. En esos años se despertó mi interés y compuse mis primeras obras, como Noche Hermosa, en el año 92. Y como no tenía ninguna plataforma que me tradujese esa composición a voz se lo ofrecí al coro. Juan Mario siempre ha sido muy receptivo en este sentido. Lo montamos y vi que sonaba bien. Y pensé que en el campo de la composición tenía cosas que hacer.

¿Podrías decir que Iubilate te ha servido de campo de experimentación a la hora de componer?

¡Por supuesto! Y además contando con que los cantantes de Iubilate siempre se han prestado a montar todo lo que he compuesto. Han sido gente receptiva, que desde el principio han dicho que sí a todo.

En cierto modo también has hecho una labor de «educación musical».

Ten en cuenta que en sus inicios era gente que no conocía la música clásica. Muchos de ellos venían de cantar en parroquias o colegios. Yo les propuse montar motetes, madrigales… que no tenían ni idea de qué era eso. La gente ha ido aprendido y enganchándose a este tipo de música. Y bueno, hasta ahora ha funcionado muy bien. Por eso creo que lo poco o lo mucho que hagas con tu coro hay que hacerlo bien. Y si en lugar de hacer un programa de dos horas lo haces de cuarenta minutos, pues mira, eso que tienes.

Actuación del Coro Iubilate: Miserere de Francesco Scarlatti

Yo creo que Iubilate no es un coro puntero en nada, pero todo lo que hemos montado ha sido con la intención de hacer lo que musicalmente podíamos. Nunca hemos aceptado compromisos inabarcables. Pero sí que creo que la calidad que ha podido conseguir Iubilate no se ha demostrado lo suficiente, muchas veces por falta de proyección a nivel de Ayuntamiento o entidades públicas. En ese sentido me ha faltado un poco de ambición. Por ejemplo, nosotros estrenamos en España el «Miserere» de Francesco Scarlatti. Me traje la partitura de Inglaterra y fue un estreno absoluto. Y sin embargo sólo lo cantamos una vez. De haber sido un poco más intrépido o ambicioso a lo mejor hubiera contado con más proyección y difusión.

Para mí en un coro amateur donde realmente vives la música coral es en los ensayos. Es donde vas disfrutando día a día de cómo vas montando las obras… el concierto es una fase final, pero tampoco es definitiva para poder disfrutar de la música.

¿Hay alguna obra que hayas compuesto y al plantearla al coro hayas reculado?

¡Claro! Ha habido obras con las que el coro no ha conectado desde el principio. Recuerdo por ahí un Santo que compuse… ¿y sabes lo que pasa? Que hay veces que no sabes a ciencia cierta si cuando una obra no ha funcionado es porque está mal escrita o mal cantada. Puede que lo que yo haya desechado lo coja un coro «profesional», lo monten y al final digas «anda, pues se podía cantar». Es una duda que siempre te queda.

Coro Iubilate cantando en la Ermita del Pilar en Murcia
Actuación del Coro Iubilate en la Ermita del Pilar en Murcia

De todas formas eso también pasa con obras del repertorio normal: obras preciosas que te encantan y piensas en montarlas con el coro, que van a funcionar… y luego el coro no entiende realmente la esencia de esa obra. O no descubren lo que me ha enganchado a mí. Pero tampoco hay que insistir demasiado. Hay que tener claro que la gente se junta para ensayar y pasar buenos ratos. Y aunque no soy de los que hace referéndum para establecer repertorio… las posibilidades de reprogramar lo ves en los ojitos de la gente cuando te dicen “¡por favor, esa no!”. Y con mis composiciones me pasa lo mismo. Yo sé las que son más asequibles, las que más se han cantado y las que menos han cuajado.

¿Has compuesto algo para voces blancas?

Reconozco que para voces blancas no he escrito mucho. Recuerdo un encargo que me hizo Bernardette Kühne para el aniversario de su coro, una obra basada en el Lied de Schubert “An die Musik”, para barítono y voces blancas. Y por supuesto el encargo de la Misa «Escuchadme y viviréis», para el II Congreso Nacional de Pueri Cantores.

Y si alguien desea cantar o dirigir una obra tuya, ¿dónde puede encontrarlas?

Pues es tan fácil como enviarme un correo personal a roalico@gmail.com y yo les facilito las partituras en PDF.

Volviendo a Iubilate… ¿escuchas una grabación después de un concierto para corregir fallos?

Pues tengo bastante memoria, suelo llevar la obra en el cerebro. Pero si oigo una grabación no es inmediatamente. La escucho un tiempo después. Luego te pasa de todo: te das cuenta que no está tan mal como recordabas… ¡o te dan ganas de quitarlo porque no lo quieres ni oír! Pero en general sí que sirven, coges la partitura, escuchas y detectas fallos en las voces… A mí sobre todo me sirve para detectar fallos míos. Sitios donde no he sido claro dirigiendo. Se aprende mucho con eso.


El director de coro debe ser más entusiasta que músico o pedagogo


¿Tienes algún proyecto en mente con Iubilate a corto o medio plazo?

Pues así lo más cercano es un concierto de música sacra el 30 de mayo en la parroquia de San Pablo. A medio plazo estamos preparando un programa de música en inglés al que le estamos dando forma conforme vamos pudiendo. Creo que es un programa ambicioso, muy bonito, que mezcla muchos estilos, desde la música antigua hasta temas pop de los 80 a los que les he hecho arreglos durante el confinamiento. Y creo que puede quedar bien y habrá que darle una buena proyección.

¿Hay alguna actuación que recuerdes con especial cariño?

Pues tengo muy buenos recuerdos de muchas obra, sobre todo los grandes montajes: el Oratorio de Schütz en el 97, en la Capilla de los Vélez, como un hito importante; el estreno nacional del Miserere de Scarlatti; la Messe de minuit pour Nöel de Charpentier; o el estreno de los «Cinco cantos de Navidad», en la Iglesia de San Lorenzo.

Y por supuesto los montajes «temáticos», como «Italia mia«, «In the Celtic Style» o «Iubilatino«, ya no sólo a nivel musical sino por funcionar como una «compañía de artistas»: la convivencia, el vaivén de los camerinos, vestuarios… son recuerdos bonitos, y el resultado siempre ha estado la altura, con un público muy fiel. Y eso gusta, claro.

Video promocional del montaje «Italia Mia». Coro iubilate

¿Y alguna anécdota?

Recuerdo un recital sobre música litúrgica mía, en el 92, y que estrenamos en la Iglesia de la Inmaculada. Había una parte final donde cantábamos un Gloria, y cada vez que llegábamos a esa parte sonaba una sirena de ambulancia. Pero es que repetimos el concierto en más sitios… ¡y siempre sonaba una sirena en el Gloria! ¡Ya no entendíamos esa frase final sin la sirena de fondo!

¿Cómo estás compaginando la formación musical con la situación actual que estamos viviendo?

Bueno, pues con paciencia y resignación. E intentando no caer en el desánimo, sin poder ensayar y sin darle al canto coral una agenda con fechas asignadas de conciertos. Básicamente es no desinflarte tú, como director, para que no se desinfle el coro. Tengo la suerte de que en Iubilate, fuera de esas “miniperezas” que nos dan a todos en algún momento, hay mucha ilusión por cantar. La gente viene a los ensayos, no sólo porque lo pasa bien, sino porque sabe las consecuencias que tiene para el coro el no asistir. Hay mucha responsabilidad en ese sentido.

¿Qué crees que deberíamos mejorar en cuanto a cultura musical?

Yo creo que lo principal es ser consciente de que el cambio no se produce de la noche al día. A la gente no le pueden gustar las misas de Victoria de un día para otro. Primero, en calidad de director, intento dirigir primero las obras que me gustan a mí. Por otro lado también es verdad que hay que combinar el gusto personal con tu labor como director, presentar obras que merecen la pena que la gente las conozca.

A nivel musical creo que estamos subiendo escalones. Hay que poner a la música coral en un nivel satisfactorio. Con mucha prudencia, plantando semillas que vayan creciendo poco a poco, llamando la atención de algunos gobernantes para que nos animen a seguir trabajando. Y sobre todo gente que apueste por este tipo de música, aunque no sean eventos de masas.

En ese sentido Iubilate ha tenido mucha suerte. Algunos programas han sido más variados que otros, y precisamente por eso han descubierto que en la variedad está el gusto. En general el público va a verte y se abre a ver qué ofreces, tanto con montajes más serios como de otro tipo.

Agustín Sánchez, director del Coro Iubilate y director musical de Parrandboleros, tocando la guitarra

Entonces en este sentido la labor de los coros es importante

Sin dudarlo. Está claro que nadie nos obliga, ¡lo hacemos por gusto! Pero los coros estamos cumpliendo una labor social que debería estar más reconocida. Es decir, se debería premiar la iniciativa de un señor que se pone delante de un grupo de personas a montar una obra clásica o moderna, en lugar de quedarse en casa viendo la televisión. Es un trabajo que hacemos y que queremos dar a conocer de una manera altruista al público y creo que se debería valorar más.

¿El director de coro tiene que ser más músico, o más pedagogo?

Tiene que ser entusiasta. Creo que lo primero que hay que tener son ganas, porque el nivel que tengas de música o de formación puede venir más tarde. Por ejemplo, en el tema de la composición, conozco mucha gente muy formada a nivel de estudios pero no han compuesto nada bonito en su vida, porque se han limitado al tema del análisis musical, por ejemplo.

Entonces no puede existir una sin la otra

Creo que puedes controlar mucho de repertorio, por ejemplo, pero si no tienes ese punto de «magia» para transmitir a la gente… Además, en muchísimos casos los cantantes de coro no tienen formación musical, por lo que no te van a seguir si no se lo planteas bien. Por ejemplo, en Parrandboleros, tienen un gran talento musical pero la formación musical es media. Lo que está claro es que con trabajo, después de veintitantos años la gente va aprendiendo y cogiendo herramientas para saber lo que tiene que hacer.

Resumiendo… ¿qué habilidades crees que debe tener un director de coro?

Lo primero, que quiera serlo. En segundo lugar, que ejerza y que transmita. Y en tercer puesto pondría la formación como músico. No puedes esperar a estar totalmente formado como director para formar un coro. Hay que tener la humildad de saber que vas a intentar transmitir lo que tengas claro, y que los cantantes te van a ayudar a terminar de formarte como director.

Vamos ahora con una serie de preguntas rápidas:

  • Un compositor: Bach
  • Una época: el Barroco
  • Una canción clásica? Morgen, de Richard Strauss
  • Una canción actual: El segundo tiempo del Concertino para guitarra y orquesta de Salvador Bacarisse
  • Un grupo o cantante actual: Les Arts Florissants, el grupo de William Christie basado en música barroca.
  • Un instrumento: la guitarra.
  • Alguna manía musical: ahora ya no tanto, pero durante muchísimos años cuando metía la guitarra en el estuche y lo cerraba la guitarra tenía que venir de un acorde consonante. No podía dejar la guitarra de cualquier manera, no. La guitarra tenía que «dormir» con la consonancia de un acorde.
  • La peor canción/album del mundo para ti es… No soporto la canción de «La Vida es Bella». Quizá es un poco irracional, pero el motivo musical que tiene… ¡no me gusta!

¿Qué música escuchas fuera del ámbito laboral, como al llegar a casa?

En casa escucho mucha pop de los 80, tanto español como británico. Es un género del que tengo una lista hecha que me suscita personalmente, a nivel de emociones y de recuerdos, como por la cantidad de temas de muy buena música en ese periodo. Mi referencia de la música pop yo me desconecté a principios de los 90. Ahí entré en mi mundo clásico y no conozco temas modernos. Y dentro de la música clásica lo que más oigo con diferencia es música barroca, es el periodo que más me llega.

¿Cómo te ves dentro de 10 años?

Pues mira… ¡me veo abuelo! (risas). Pero abuelo de los de libro, como mi suegro. Tolerante, abierto, relativizando mucho, centrándome en lo realmente importante, comprendiendo mucho más a la gente. Y a efectos musicales espero seguir disfrutando de una salud que me permita tener buenos ratos con la guitarra y con los coros -si es que sigo-. La música siempre va a estar ahí, porque siempre estuvo y siempre estará. Espero seguir disfrutando del placer de algo que es etéreo, que siempre es nuevo y que te llega dentro como pocas cosas. Y que, en definitiva, te hace mejor persona.