Si hace un par de meses inauguraba el blog con un post sobre cómo la dinámica nos sirve para comprender la intensidad (o volumen) con la que tenemos que interpretar una obra, ahora le ha llegado su turno a la agógica. Este palabro del griego tardío hace referencia a los cambios de velocidad, movimiento o tempo que pueden suceder desde el inicio de una pieza musical hasta la última nota. Es importantísimo comenzar una obra con el tempo correcto: si es más lenta de lo normal, posiblemente el coro necesite respirar más a menudo o no termine las frases; si se empieza demasiado rápido puede haber un descuadre entre las voces, o no se entienda el texto porque no haya articulación.
La agógica correcta es tremendamente importante, no sólo en el comienzo de la obra, sino que durante ésta pueden ocurrir cambios de tempo que van a repercutir en su expresividad, y por tanto, en la belleza de lo que estamos cantando. Y por supuesto, en el final de la canción, donde en muchas obras suele haber ritardando con un glorioso calderón conclusivo.
Para entender mejor la agógica vamos a ver dos ejemplos de una misma obra, “Dadme albricias”:
Tras escuchar una y otra apreciamos diferencias de velocidad. ¿Cuál es más bonita? Pues a mí me gusta más la primera, pero no deja de ser una opinión. A lo mejor a ti que estás leyendo esto te gusta más la segunda. Lo que está claro es que esta pieza no debe cantarse lenta, teniendo en cuenta que muchas obras -sobre todo del Renacimiento- no indican a qué velocidad debe cantarse.
¿Y dónde aparece esa indicación?
Pues normalmente la agógica aparece en el primer compás, representada con símbolos y/o términos en italiano, que nos indican la velocidad de inicio de la obra, o de un determinado pasaje musical o sección.

Existen dos formas de representarlo: de forma numérica, usando el metrónomo, y/o con términos en italiano.
El metrónomo.
Normalmente aparece representado con la figura de una negra, un signo igual y una cifra. Por ejemplo,

La indicación «negra = 108» nos indica que el tempo de la obra es de 108 negras o pulsos por minuto.
¿Y cómo medimos esta cantidad numérica? Pues con la utilización del metrónomo, un aparato cuyo nombre viene de las palabras griegas “metron”, que significa medida, y “nomos”, que significa ley o regulación. El inventor del metrónomo mecánico fue Dietrich Nikolaus Winkel, en 1812, pero no lo registró, por lo que fue Johann Nepomuk Maëlzel, cuatro años más tarde, quien cogió la mayor parte de las ideas de Winkel y registró el invento.

Además del mecánico podemos encontrar otros dos tipos más modernos: el digital y de software de ordenador o aplicación (en esta web hay una comparativa de los 5 mejores). ¡Incluso Google en su página de inicio, si buscas la palabra «metrónomo», tiene su propio metrónomo! Su funcionamiento es básicamente el mismo: se pone el número que aparece en el inicio de la obra y el metrónomo marca el pulso o tempo. A mayor cantidad, más rápido; a menor cantidad, más lento.
Con términos en italiano
Por otro lado, también podemos usar una serie de términos convencionales en italiano a los cuales se les aplica un pulso uniforme. Es decir, ese pulso será igual durante toda la obra (salvo otras indicaciones). Sin embargo, este pulso no tiene la misma exactitud que la cantidad numérica del metrónomo, sino que es una indicación aproximada: queda en manos del cantante –o mejor dicho, del director- decidir la velocidad de la interpretación.
Algunos de los términos que podemos encontrar son:
Término en italiano | Significado | Valor numérico aproximado |
---|---|---|
Largo | Muy lento | 40-50 |
Grave | Casi largo | 50-60 |
Lento | Lento | 60-66 |
Adagio | Más rápido que Lento | 66-76 |
Andante | Caminando, tranquilo | 76-108 |
Moderato | Moderado | 108-120 |
Allegro | Alegre | 120-140 |
Vivace | Vivaz | 140-168 |
Presto | Rápido | 168-200 |
Prestissimo | Rapidísimo | 200-208 |
Podemos ver la diferencia de carácter y expresión que suponen obras lentas y obras rápidas con un par de ejemplos: a la izquierda, un adagio, “Ave Verum Corpus”, de W. A. Mozart; a la derecha, una canción popular italiana, «Gobbo so pare«, con tempo allegretto.
Además, también se usan diminutivos y superlativos en algunos de estos términos, que modifican el grado de lentitud o rapidez del movimiento. Por ejemplo, Allegretto (diminutivo de Allegro), será más lento que éste; en cambio, Allegrissimo (superlativo) será más rápido:
- Diminutivos: Larghetto, Andantino, Allegretto
- Superlativos: Lentissimo, Vivacissimo y Prestissimo.
Pero hay veces que los compositores añaden una serie de adverbios a algunas indicaciones de movimiento, y por tanto van a ampliar o reducir el sentido de estos términos. Es decir, añadimos aún más subjetividad a la interpretación del director.
Assai | Bastante |
Poco | Poco |
Molto | Mucho |
Meno | Menos |
Più | Más |
Ancor più | Todavía más |
Sempre piú | Siempre más |
Non troppo | No demasiado |
Non tanto | No tanto |
Quasi | Casi |
Con estos adverbios muchos de los términos de movimiento llegan a resultar equivalentes. Resultaría muy difícil establecer una diferencia clara entre un «Andante assai» y un «Poco Moderato», por ejemplo.
Cambios de velocidad en el tempo
El tempo no siempre se mantiene uniforme, sino que puede sufrir cambios. De esta forma las obras ganan en expresividad interpretativa.
- Retroceder a una menor velocidad. Aquellos términos que frenan el tempo: ritardando, rallentando, ritenendo, slargando, smorzando, morendo…
- Progresar a una mayor velocidad: son términos que aceleran el tempo: accelerando, animando, affrettando, stringendo…
¡Importante! La nueva velocidad alcanzada con uno de estos cambios graduales puede estabilizarse con un nuevo término. Por ejemplo, Lento – accelerando – Moderato.
O por el contrario, puede volver al tiempo inicial, para lo cual usamos los términos A tempo, Tempo primo, I tempo… Por ejemplo, Lento – accelerando – Tempo primo.
Como ejemplo de todo esto tenemos esta versión de “En la huerta de Murcia”, de José I. Tejón, donde podemos ver cómo tras el Allegro inicial el tempo cambia con un ritardando desde el 1:08 al 1:14, quedándose en Lento hasta el minuto 1:28, donde vuelve al tempo original o Tempo primo.
Por último, también podemos encontrar otros términos que dejan a voluntad del cantante (director en nuestro caso) la regularidad en la velocidad del compás, sin especificar en qué sentido: ad libitum, a piacere, senza tempo, senza rigore, rubato. En este ejemplo del Requiem de Verdi podemos ver una indicación similar para todas las voces: senza misura (sin medida).

O por supuesto, nuestro querido calderón (como ya comenté en este post), que podemos encontrar al final de muchas obras, pero también en secciones centrales. Nos indica que hay que prolongar esa nota aproximadamente el doble de su valor. También se puede expresar con la palabra italiana tenuto (ten.) que equivaldría a un calderón más breve.


Como apunte final, vuelvo a incidir en la importancia de mirar al director antes y después de cualquier cambio de velocidad, bien sea un cambio gradual, un retorno al tempo primo, o un cambio brusco. Por ello deberemos marcarlo en nuestra partitura con alguna señal, memorizar el cambio y estar muy atentos a las indicaciones de nuestro director.
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Muy bien explicado y muy didáctico He disfrutado los ejemplos on-line gracias Guillermo
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Gracias Mariluz!!
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Cuánta información interesante…
Muchas gracias, Guillermo. Los vídeos también me gustan mucho.
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Gracias Jose. Espero que te sirvan para aprender!
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Muy instructivo y completo.
Gracias 👏
P.D. Seguiremos en modo suricata
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Modo suricata siempre! Tu director te lo agradecerá 😉
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