Carmen María Bastida Rodríguez

La relación de Carmen María con la música está vinculada a su hermano, al que veía estudiar piano desde pequeña y al que acompañaba al Conservatorio en el Teatro Romea de Murcia. Desde entonces la música le ha ido llevando por el mundo coral -como cantante y como directora- desarrollando una apertura hacia el aprendizaje a través de los numerosos profesionales que ha ido encontrando en su camino.

Nos encontramos en el salón de su casa, en un ambiente cálido y musical. En la conversación Carmen transmite su pasión por la música coral, su experiencia y buenhacer.

Para quien no te conozca, ¿cuál es tu relación actual con la música coral?

Ahora mismo estoy dirigiendo el coro Canticorum Iubilo, que canta habitualmente en la Catedral, y la Capilla de Canto de la Real y muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno.

¿Cómo surgió esta dedicación a la música?

Yo entré al Conservatorio con 7 años a estudiar piano en el Teatro Romea. Empecé porque mi hermano también estudiaba. Yo lo veía tocar el piano y quería hacer lo mismo que él, así que lo imitaba. Mi madre me decía que me fuera con él al Conservatorio, y al final acabó gustándome. Hice hasta 6º de piano. Y también comencé a estudiar el grado elemental de canto -que ahora no existe-, con Maria Dolores Gil Vera, pero me resultaba muy complicado compaginar la música con los estudios. Dejé el Conservatorio pero no dejé los coros, excepto cuando mis hijos eran muy pequeños.

¿Y cómo llegas a la música coral?

Mi primer contacto fue la clase Conjunto Coral, con D. José Luis López García. Tendría unos 11 años cuando me probó la voz y dudó entre ponerme de soprano o de contralto. Según me dijo tenía timbre de soprano ¡pero no tenía los agudos! Ahí fue cuando empecé a cantar y claro me entró el gusanillo de la música coral… así que acompañé a mi hermano al coro del Conservatorio. Hacíamos obras sinfónico-corales con la orquesta del conservatorio. Era muy interesante, aprendimos muchísimo.

«La Justa», de Mateo Flecha. Grupo de cámara Diabolus in Musica

También formé parte del Coro del IES Floridablanca, dirigido por Mª Dolores Sánchez -fallecida hace pocos días-, y estuve cantando en un coro de cámara llamado “Diabolus in musica”, que lo dirigía mi hermano. Y cuando él no estaba entonces yo le sustituía: ahí fue cuando empecé a dirigir.

¿Así llegaste a la dirección coral?

Bueno, con D. Jose Luis López García ya había hecho algún curso de dirección de nivel básico. Los primeros pasos, ya sabes: independencia de manos, marcar el compás… Siempre que había alguna formación relacionado pues me apuntaba, aunque no tenía experiencia de dirigir. D. Jose Luis fue el que literalmente me movió la mano para enseñarme. De él aprendí muchísimo, tiene una gran expresividad en las manos.

¿Cuál fue tu primer coro?

El primer coro que dirigí realmente fue en El Palmar, la Coral Rosalía de Castro, en el año 1996. Y surgió a través de Fina Lerma, trabajadora del Seminario, donde estaba mi hermano estudiando, que su marido era miembro de la Junta Directiva y estaban buscando un director. La mayoría de gente del coro era gente mayor, pero tenían muchísimas ganas. Así que estuve con ellos hasta que tuve a mis hijos  y le cedí el testigo a Alejandro Guillén. Ahí tuve un pequeño parón musical mientras que criaba a los gemelos, y lo retomé en el 2003 gracias… bueno, gracias a las bocinas de la Cofradía de Jesús.

¿Cómo es eso? ¿Qué tienen que ver las bocinas?

Pues a ver… desde pequeña siempre me habían gustado las bocinas de Semana Santa de las procesiones, en concreto, de la procesión de Viernes Santo. Es curioso porque a todo el mundo le gustan los tambores, y sin embargo a mí me gustaban las bocinas. Oía cómo tocaban y siempre me preguntaba «¿por qué desafinan tanto?«. A Antonio Lajara -Cabo Mayor de la Sección de Bocinas y Tambores-, siempre le había comentado que quería tocar la bocina, pero en aquel momento las mujeres sólo podían procesionar como penitentes, con la cara tapada. Entonces llega el año 2003 y la Cofradía cambia las constituciones, por lo que las mujeres podemos salir con la cara destapada y, por tanto, tocar la bocina. Así que me apunté a los ensayos, que son dos meses antes del inicio de las procesiones, y sin tener ni idea de técnica para poder tocar. Menos mal que gracias al canto tenía costumbre de utilizar el diafragma. Y conseguí procesionar, fui la primera mujer bocina en la Semana Santa de Murcia.

Casino de Murcia. Sección de bocinas y tambores

La cuestión es que estando con los ensayos de las bocinas llegó el mayordomo Guillermo Martínez Torres diciéndome que iban a empezar una Capilla de Canto en la Cofradía, que si podía ir a echar una mano como cantante. En aquel momento la dirigió Luis Emilio Pascual, consiliario de la Cofradía de Jesús. Así que empecé cantando allí hasta que empezaron las misas y tuve que sustituir al director. Finalmente asumí la dirección del coro hasta el año 2010.

¿Y después de esa experiencia coral hubo más?

Sí, claro. Formamos la coral Benedictus, que seguí dirigiéndola yo, y posteriormente fui integrante durante una temporada de Orpheus Music. Y de ahí ya enlazamos con la actualidad, con la coral Canticorum Iubilo de la Catedral, y la Capilla de Canto, que hemos retomado la actividad musical en plena pandemia, en septiembre de 2020.

Iglesia de San Miguel, acompañando a la Coral Benedictus

¿Cuándo iniciaste el coro de la Catedral?

En diciembre de 2018 asumo la dirección, pero ese grupo ya existía, lo creó el presbítero Antonio Jesús Gallego en el año 1983. Él mismo lo estuvo dirigiendo durante muchísimo tiempo, incluso estuve cantando con ellos porque también lo dirigió mi hermano. Y como me conocían pues me propusieron hacerme cargo de la dirección. Yo en ese momento estaba liadísima con el último año de Conservatorio, el trabajo… pero bueno, me aventuré y les dije que sí, de forma provisional, porque no sabía cómo iba a ir. Pero la verdad es que la gente respondió muy bien, estoy muy agradecida. Lo formaban unas 25 personas cuando llegué y cuando paramos por la pandemia, en 2020, éramos ya 45 personas. Es un grupo que ha ido creciendo poco a poco a raíz de escucharnos cantar.

¿Cuándo decides ponerte a estudiar canto?

Pues como te he comentado antes hice el Grado Elemental hasta 3º, cuando era adolescente. Y eso era algo que tenía pensado de retomar. Hace unos años canté un dueto con Rocío Ruiz en una misa y al terminar, hablando sobre lo que ella había aprendido en el Conservatorio, me animó a matricularme en el Grado Superior. Así que me lo pensé, vi las pruebas de acceso y como no me pareció excesivamente difícil me lancé a la aventura. Allí me encontré con Carmen Lorenzo, profesora en el Conservatorio, y fue quien me terminó de animar para prepararme la prueba de acceso. ¡Y aprobé! Con mucha ilusión y trabajo, conseguí ponerme al día. Terminé en 2019, justo antes de la pandemia.

Hay una cuestión importante con el tema del canto… y es que mi motivación para estudiar era poder aplicar esa técnica vocal al coro. Con el paso de los años me he dado cuenta que en un coro, aparte de que los cantantes puedan saber solfeo o no, lo más importante es la técnica vocal. Con buena técnica mejoras la afinación, el empaste, la sonoridad… ¡es importantísimo! Por tanto, después de haber estudiado canto soy capaz de transmitir toda es información al coro, porque ellos aprenden mucho de los ejemplos que yo les pongo.

Iglesia de Jesús. Capilla de Canto de la Cofradía de Jesús

Además de canto, ¿has hecho alguna formación de dirección de coros?

No, únicamente los cursos de dirección que han ido surgiendo en Murcia. Antes, cuando no tenía hijos, sí que iba a cursos de fuera de la Región, como el organizado por las Juventudes Musicales de Segorbe. Pero así más recientemente me he ido formando con los organizados por FECOREM con Nacho Rodríguez y Marco Antonio García de Paz, por ejemplo. Siempre que he tenido oportunidad he hecho cursos de dirección, y por supuesto también vas aprendiendo de lo que te va dando la experiencia en los ensayos. Por ejemplo, en la clase de coro del Conservatorio, con Angel Martín Matute, no sólo aprendes a cantar el repertorio de las clases…  aprendes dirección viéndolo a él dirigir, todo lo que lleva alrededor, la formación musical, la interpretación, la expresión…

¿Has dirigido alguna vez un coro de niños?

Sí, tuvimos una escolanía en la Cofradía los últimos dos años, de 2008 a 2010. Y durante una temporada ayudé con la escolanía en la Catedral y con el Orfeón Infantil, que lo dirigía D. José Luis López García. Mª Jesús Fernández y yo íbamos a ayudarle a trabajar por voces: cada una se llevaba a un grupo y luego nos juntábamos todos. Aquello sonaba muy, muy bien. Conseguir que un coro de niños cante a tres voces es algo muy difícil.

¿Y qué prefieres? ¿Coro de adultos o de niños?

¡Adultos, sin dudarlo! Los niños son esponjas, aprenden muy rápido, pero también crecen muy rápido. En cuanto les cambia la voz es muy fácil que te quedes sin coro. Me pasó con uno de mis hijos, sin ir más lejos: estaba de soprano en la Escolanía y cuando empezó a no llegar a los agudos tuvo que dejar de cantar. ¡Es algo tan efímero que me da mucha pena! Por eso prefiero un coro de adultos, que se supone que van mejorando con los años. Puedes hacer música polifónica más completa, mínimo a 4 voces o más. Da más riqueza musical.


Con el paso de los años me he dado cuenta que en un coro, aparte de que los cantantes puedan saber solfeo o no, lo más importante es la técnica vocal.


Sé que hay obras corales en las que has hecho tú los arreglos. ¿Te gusta esa faceta de componer o armonizar?

La verdad es que no, no es algo que me guste, ¡sólo cuando no me queda más remedio! Y mira que hay veces que pienso que los directores no quedamos para la posteridad, que dentro de 50 ó 100 años nadie se va a acordar de ti… excepto si eres compositor. Entonces tus obras perduran. ¡Es muy injusto! Pero la verdad es que no, no me tira a mí la composición.

¿Hay alguna actuación memorable o entrañable para ti?

Hay muchas. La última fue la ordenación de Sebastián, nuestro Obispo auxiliar. Como coro de la Catedral sabíamos que lo iban a ordenar pero no quién iba a cantar en la ceremonia. Mi marido y yo nos encontramos a Eduardo Pérez y nos comentó que iba a encargarse el coro del Seminario de Murcia, puesto que Sebastián era rector allí. Así que nos unimos todos y formamos un gran coro, junto con algunos miembros de Hakuna, otros del Coro Diocesano, de San Andrés, de la Coral Benedictus… Fue un momento muy emocionante.

Retransmisión de la Ordenación Episcopal de Sebastián Chico en la Catedral de Murcia

A nivel personal también fue memorable la actuación que hicimos en el Auditorio Víctor Villegas los alumnos de Canto del Conservatorio, con la Vesperæ solennes de confessore, de Mozart. Fue una experiencia realmente emocionante.


¿Cómo estás compaginando la formación musical con la situación actual que estamos viviendo?

Pues con la Capilla de Canto tenemos la suerte de que ensayamos en la iglesia, que es espaciosa y disponemos de mucho volumen de aire. Cantamos en los balcones, con mucha distancia y mascarilla. Y hemos podido seguir cantando porque formamos parte de la Liturgia, estamos dentro del aforo permitido en la iglesia. Eso sí, sin dar conciertos, sólo la participación en la misa. Con Canticorum Iubilo, por desgracia, tuvimos el último ensayo el 9 de marzo de 2020 y después sólo hemos cantado de manera esporádica en alguna misa solemne, no estamos ensayando porque la sala no reúne las condiciones para tantas personas. Estamos esperando a ver si nos dejan un local más grande que reúna las condiciones adecuadas.

¿Qué crees que deberíamos mejorar en cuanto a cultura musical?

Pues creo que el problema viene de base, en los colegios. Y no me refiero a los profesores: si estamos quitando horas de música a los niños en vez de poner… pues ahí está el problema. La cultura musical en los niños es cero. La gente que entra a cantar en un coro es porque entra ya de mayor, porque coros infantiles o escolanías en Murcia hay pocas. Sí que hay coros escolares, pero fuera del ámbito escolar creo que hay muy poco… hace falta más base musical infantil.

En general, la cultura del mundo coral en Murcia es errónea. La gente se piensa que cantar en un coro es cantar ópera. También es un problema político, a nivel de autoridades, porque como esta música no llena campos de fútbol parece que no interesa. Pero la verdad es que la FECOREM está haciendo una muy buena labor en este sentido. Siempre ha hecho y hace una labor estupenda. La gente que viene de fuera de la Región de Murcia se asombra de ver el movimiento coral que tenemos aquí. Hay más de lo que nosotros mismos pensamos. ¡Hay muchísimos coros!

Vamos ahora con una serie de preguntas rápidas:

  • Un compositor: Tomás Luis de Victoria
  • Una época: el Renacimiento
  • Una canción clásica?: Ave Maria a 8 voces, de Victoria
  • Una canción actual: Northern Lights, de Ola Gjeilo
  • Un grupo o cantante actual: el Coro Monteverdi, de Cambridge, fundado por Gardiner.
  • Un instrumento: la voz.
  • Alguna manía musical: me gusta que las misas cantadas sean litúrgicamente correctas. Es decir, que haya una correspondencia entre lo que se canta y el tiempo litúrgico correspondiente.
  • La peor canción/album del mundo para ti es… ¡Cumpleaños feliz! Pero no es la canción en sí, sino cómo se canta. Cuando la oigo cantada de manera informal, que cada uno canta una nota distinta… ¡me pongo a temblar pensando en cómo va a sonar el salto de octava!

¿Qué música escuchas fuera del ámbito laboral, como al llegar a casa?

La música que escucho habitualmente suele ser música coral, la verdad. Aunque cuando voy para el trabajo me pongo en los auriculares grabaciones nuestras de los ensayos para saber qué se puede mejorar: sobre todo la técnica vocal, la pronunciación, cuando alguna cuerda cala un poco, colocación de la voz… Y también errores de dirección, porque das una entrada imprecisa o que no está clara… no toda la culpa es del coro, ¡los directores también nos equivocamos mucho!

¿Cómo te ves dentro de 10 años?

Me veo igual que ahora. Si no dirigiendo estos coros pues estaré en otros, o cantando en algún proyecto que pueda surgir… pero seguro que seguiré en el mundo coral hasta que me muera, o bien cantando o bien dirigiendo. No creo que lo deje nunca del todo. Para mí es un hobbie, no vivo de ello, pero cuando es algo que me gusta, que me apasiona tanto como la música coral, no lo cambio por nada