La tregua de Navidad

Hay villancicos que nos llenan más que otros. Quizás el texto, la melodía, la combinación de voces… Pero hay una historia sobre villancicos que por su emotividad y la historia que hay detrás me gusta especialmente. ¿Sabías que Noche de Paz y Adeste Fideles humanizaron por unas horas la crudeza la I Guerra Mundial? ¿No? Pues sigue leyendo.

Vamos a situarnos: diciembre de 1914, frontera entre Francia, Alemania y Bélgica. A un lado los soldados franceses, ingleses y escoceses, y al otro los alemanes. Tras cinco meses de batalla el fragor inicial se había calmado y los líderes de ambos bandos estaban reconsiderando sus estrategias. Mientras, soldados de uno y otro bando comenzaron a confraternizar. Era algo habitual, sobre todo para recuperar a los soldados caídos para su entierro o intercambiar prisioneros. La proximidad de las trincheras hizo que hubiera intercambio de saludos, preguntaran por partidos de la liga fútbol, noticias recientes o por el clima.


Pero la noche del 24 de diciembre sucedió algo inesperado. Los alemanes que estaban en la primera línea habían recibido árboles de navidad por orden del Kaiser Guillermo II para subir la moral de las tropas. Los decoraron con velas y los colocaron en sus trincheras. Mientras, franceses e ingleses celebraban una cena especial al otro lado. Los alemanes comenzaron a cantar villancicos, en concreto “Stille Nacht” (Noche de paz). Al otro lado de la trinchera los escoceses se unen al villancico con una gaita. Todos aplauden. Los escoceses toman la iniciativa y comienzan a tocar con su gaita Adeste fideles, un villancico en latín, una lengua común a los dos bandos. Comienzan a cantar soldados de uno y otro bando, al unísono, unidos gracias a la música. Como reflejó el soldado británico Graham Williams en una carta, “dos naciones juntas cantando el mismo villancico en mitad de una guerra”.

Este episodio tan emotivo no quedó sólo ahí. El día de Navidad algunos soldados de ambos bandos salieron de la trinchera y se vieron en esa “tierra de nadie”, o espacio que separaba las trincheras de ambos bandos, y fue donde se intercambiaron pequeños regalos, como botones, comida, alcohol, tabaco y chocolate. Se llegó a un acuerdo, totalmente informal y no autorizado, para no disparar al que hasta hace apenas unas horas eran sus enemigos.

Según muchos relatos que se conservan de los soldados también se celebró algún partido de fútbol en este terreno neutral, la mayoría entre soldados de la misma nacionalidad, pero también entre tropas de ejércitos rivales, sobre todo cerca de Ypres y Le Touquet, con el detalle de haber usado una lata de carne de ternera como “pelota”.

Noticia en el periódico «The Daily Mirror», donde aparecen soldados británicos y alemanes fotografiados juntos.

Esta “tregua” se prolongó hasta la noche del día de Navidad, reanudando los combates al día siguiente. Sin embargo, en algunas partes del frente la tregua duró hasta el día de Año Nuevo.

Desgraciadamente, las treguas no se hicieron públicas hasta pasadas una semana. Muchos periódicos mostraron fotografías con las tropas británicas y alemanas mezcladas, intercambiando regalos y cantando. Evidentemente esto no gustó a los superiores, quienes avisaron de que confraternizar con el enemigo constituía traición. Varios soldados fueron sancionados y la guerra continuó, con las trágicas consecuencias que ya conocemos.

En 1999 se colocó una cruz en memoria de esta Tregua de Navidad en Ypres (Bélgica):

Cruz en recuerdo de la Tregua de Navidad en Ypres


Todos esta historia fue llevada al cine en la película francesa Joyeux Noël (Feliz Navidad), en el año 2005.


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