El villancico

Si hay un tipo de canción que asociamos a la Navidad es el villancico. Lo tenemos de forma omnipresente en supermercados, tiendas y centros comerciales. Las iglesias suelen ofrecer conciertos de villancicos o incluso nos podemos encontrar coros cantando en la calle. Pero… ¿sabías que en su origen el villancico no tenía nada que ver con la Navidad?

Viajemos al pasado: el villancico fue muy popular en España entre los siglos XV y XVIII. Proviene de la villa o poblado rural, cantado por los villanos o habitantes de la villa. Aunque su técnica se considera culta, el lenguaje, los protagonistas, las ideas, temas y ritmos musicales están muy cercanos a la cultura popular. Es, por tanto, una música culta especialmente asequible a oyentes con menor formación.

Si hablamos del villancico en cuanto a texto se trata de un poema de métrica muy variada, caracterizado por ciertas palabras o frases repetidas, que llamamos estribillo, y una copla o mudanza.

Como ejemplo aquí podéis leer el texto del villancico «Dindirindin«, de origen anónimo y perteneciente al Cancionero de Palacio:

Dindirindin dindirindin dindirindaña, dindirindin din.
Jume leve un bel maitin, matineta per la prata:
Encontré le ruyseñor que cantaba so la rama.
Dindirindin.

Dindirindin dindirindin dindirindaña, dindirindin din.
Encontré le ruyseñor que cantaba so la rama.
Ruiseñor le ruyseñor, fácteme aquesta embaxata.
dindirindin.

Dindirindin dindirindin dindirindaña, dindirindin din.
Ruiseñor, le ruiseñor, fácteme aquesta embaxata.
Y digalo a mon ami, que ju ja so maritata.
Dindirindin.

En cuanto a la temática podía ser muy variada, pero en la mayoría se canta al amor bajo cualquier aspecto: lírico, satírico, erótico, cómico… Es sobre todo a partir del Barroco cuando empezamos a encontrar villancicos de temática religiosa.

Musicalmente el villancico es una canción polifónica que sigue la siguiente estructura:

A. Estribillo
B. Copla o mudanza
A. Estribillo

La sección B (es decir, la copla, mudanza o estrofa) puede ser muy variable desde el punto de vista musical. En ocasiones esta música se repite dos veces (con dos textos diferentes), como en “Oy comamos y bebamos”:


Otras veces, en cambio, no hay repetición, como en «Dindirindín«:


Y otras se repite la misma música tres veces, como en «So ell enzina, enzina«:


El villancico es la forma más típica y abundante de la polifonía cortesana del Renacimiento español y de su área de influencia. Podemos encontrar multitud de villancicos en los Cancioneros Musicales de Palacio, La Colombina, Medinaceli y Uppsala, así como en publicaciones de Francisco Guerrero y Juan Vásquez.

Como dato curioso comentaros que en el Cancionero de Uppsala únicamente hay villancicos, ordenados en series de 12 obras: 12 villancicos a 2 voces, 12 villancicos a 3 voces, 12 villancicos a 4 voces, 12 villancicos de Navidad y 6 más a 5 voces. Por desgracia el ejemplar está incompleto, por lo que podemos suponer que faltarían otros 6 villancicos a 5 voces, más otras obras de Canto Llano y Canto de órgano.

Y más curioso es el origen de este Cancionero: se sabe que se editó en Venecia en 1556 por Jerónimo Scotto, pero sólo se conserva un ejemplar que se encontró en la Universidad de Uppsala, en Suecia. De ahí viene su injusto nombre. Porque en realidad su verdadero título renacentista es: “Villancicos de diversos autores, a dos, y a tres, y a quatro, y a cinco bozes, agora nuevamente corregidos. Ay mas ocho tonos de Canto llano, y ocho tonos de Canto de Organo para que puedan aprovechar los que a cantar començaren”.


¿Y qué sucede después del Renacimiento?

El villancico va a perdurar en el Barroco. Abandona la corte, se vuelve religioso y entra de lleno en la Iglesia, sustituyendo a los responsorios latinos en Canto Gregoriano y haciéndose muy popular. Gracias a esto disponemos de multitud de villancicos de Navidad, marianos y eucarísticos en los archivos catedralicios de nuestro país.

En los textos se busca enseñar o dar una catequesis sobre las fiestas o misterios religiosos correspondientes, por eso cada vez más decae su valor literario y poético a favor de la pedagogía del mensaje.

En cuanto al valor musical ocurre algo parecido. La música del villancico religioso es efímera, no pueden repetirse, y cada año el maestro de capilla tiene que componer villancicos nuevos para las mismas fiestas. Por tanto, la composición musical es descuidada.

La forma musical también cambia:

  • Se añade una entrada o romance al principio, destinada al Coro 1º o a una sola voz.
  • El estribillo aumenta su proporción, se hace más extenso, más importante, y suele ser cantado por varios coros.
  • La copla la canta de nuevo el Coro 1º, una sola voz o se cree que un solista. Al tener mucho más texto al parecer se cantaban todas las coplas seguidas antes de repetir el estribillo (y no alternando copla-estribillo como pasaba en el Renacimiento).

Posteriormente los villancicos se van ampliando y enriqueciendo con acompañamiento de todo tipo, como violines, flautas, trompas… hasta llegar casi a una orquesta barroca.

A modo de resumen, el villancico barroco (que se seguirá componiendo hasta casi finales del s. XIX) es una obra de temática religiosa que, con ciertas variantes, se va a seguir caracterizando por una estructura basada en estribillo-copla-estribillo y un carácter cercano a la música popular.

Debido a la enorme cantidad de villancicos religiosos disponibles en catedrales y archivos eclesiásticos podemos encontrar iniciativas de publicaciones llevadas a cabo por instituciones de algunas Comunidades Autónomas, como por ejemplo los Siete villancicos de Navidad, del Padre Antonio Soler, o el Parnaso Español de Madrigales y Villancicos, de Pedro Ruimonte:

Posteriormente se prohibieron los villancicos con letras profanas, hasta que en el s. XIX únicamente quedaron los villancicos que aluden a la Navidad, con letras religiosas sobre el Nacimiento de Jesús, los pastores o la Estrella de Belén. Consolidado como género, de ahí proceden nuestros villancicos actuales.


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